Raquero (Archivo Javier Ortega)

Raquero (Archivo Javier Ortega)

PRESENTACIÓN DEL BLOG:

"Síguela, que es buena,

síguela, que es mala,

síguela, que tiene

pelos en la cara."




Según Esteban Polidura Gómez, esta coplilla la celebraban los raqueros de Santander a despecho de la contrariada autoridad municipal, allá por 1864, cuando aquel escritor contaba unos doce años, y Pereda daba a la imprenta sus Escenas Montañesas.



Tomo ahora prestado el primer verso para iniciar la singladura de este blog, que debe tener contenidos educativos, relacionados con la Lengua castellana y su Literatura.



Espero que sea del gusto del lector, que en él se propongan enseñanzas motivadoras, útiles y edificantes, y que se nutra de la aportación de todos los interesados en estos temas.



Muchas gracias a todos/-as por hacerle un pelín de caso.



¡Adelante, pasen sin llamar!

jueves, 21 de abril de 2016

La Educación, según Ciudadanos, en el Parlamento.


Marta Rivera, de "Ciudadanos" habla sobre Educación en el Congreso:




Bonita la intervención y con muy legítimas y necesarias razones. Pero hace falta INVERTIR EN RECURSOS, sobre todo, humanos, para conseguir ese progreso educativo. Más profesores --no solo mejor formados-- y menos alumnos por profesor. Si se desea la atención individualizada, e intentar favorecer a los alumnos con dificultades de aprendizaje, no se puede tener a treinta o más en un aula. En los países europeos con mayor éxito educativo, los alumnos no pasan de quince por grupo. Asimismo, hay que empezar a ofrecer alternativas serias al currículum oficial a aquellos alumnos que, pese a todas las adaptaciones, prefieren seguir una incorporación laboral y profesional digna. Los centros escolares no pueden servir --como ahora pasa-- de "rediles" donde se trate de entretener o distraer a los adolescentes de la mejor manera posible. La escuela es un lugar de formación de la persona y, sobre todo, de aprendizaje, no una guardería. Y es inevitable que los padres --pese a todas sus vicisitudes-- se comprometan seriamente en la labor educativa que afecta a sus hijos. No se puede "delegar en", sino que hay que responsabilizarse del ser y saber estar y hacer de los hijos. En la medida en que, con esfuerzo, se pueda.

martes, 12 de abril de 2016

Intenta ser el señor de tu destino.


La falta de oportunidades que hay hoy en la sociedad, unida a la ausencia de valores sólidos confiables, están haciendo proliferar la generación “Ni ni”: jóvenes que teniendo el deber de elegir un rumbo, no eligen ninguno. Son muchachos sin ideas claras, sin ideales arraigados, que viven mantenidos por sus padres, como si estos fueran a vivir eternamente. A menudo frecuentan los parques infantiles haciendo pequeños corrillos, fumando y viendo pasar la vida. Otras, se suben sobre sus monopatines o juegan con una pelota. Los hay adictos al mando a distancia o a la videoconsola. No van a clase –pues se les pasó la hora de ir a la escuela--, ni tampoco sienten la obligación de procurarse un trabajo, por la dificultad que conlleva no tener desarrolladas especiales aptitudes ni formación para ninguno.
Uno de estos futuros “ni nis” se queja de que el mundo no mejora, porque unos están anclados en la corrupción y otros ofrecen el cuento de Peter Pan y su país de Nunca Jamás; el resultado es que no queda nada. Yo le diría que sí queda algo muy importante –incluso lo más importante para superar cualquier bache--: uno mismo. Porque si al mundo no le importas, y nadie te va a regalar nunca nada, sí tienes que importarte a ti mismo. No rendirte jamás, aprender a luchar, saber caer y alzarte de nuevo. Esa es la clave de la supervivencia: quererse a uno mismo.
Todos hemos venido a la vida con un potencial. Con una disposición natural a una habilidad, o habilidades. Solo hace falta fuerza de voluntad para desarrollarlas. El saber desarrollar una habilidad no ocupa lugar y, si se lleva a cabo adecuadamente, es para siempre, como lo es montar en bicicleta o tocar una melodía en un instrumento. Lo bien aprendido se recuerda o recupera sin esfuerzo. Y dominar una habilidad, es decir, saber hacer algo, nos va a abrir puertas que, de otro modo, permanecerían cerradas. El destino depende en parte de la suerte –de la estrella de cada uno—, y en parte de lo que uno esté decidido a hacer para dominarlo. Como cantaba el poeta William Ernest Henley  (1849-1903), “Aunque el paso sea angosto,/ y repleto el pliego de cargos,/ soy el señor de mi destino,/ soy el capitán de mi alma.”
No hay habilidad baladí, pues nunca sabes lo que te puede servir alguna vez y lo que no. Desde saber artes marciales, a dibujar, entender de ordenadores y lenguajes informáticos, diseño digital, mecánica, electrónica, moda y estilo, música, etc. Los caminos son muchos; no te cierres ninguno. Y si eres capaz de desarrollar más de una habilidad a la vez, mejor, adelante con ello.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los prisioneros aliados del Stalag Luft III –un campo de concentración alemán—decidieron preparar una fuga multitudinaria. No escaparían solo dos o tres personas, sino varias decenas, incluso cientos. Con este fin, excavaron bajo los barracones no un túnel de salida, sino tres. Se querían dar varias oportunidades a sí mismos. Así, si los vigilantes del campo descubrían uno de los túneles –como de hecho sucedió--, les quedarían otros dos. El plan de fuga fue un éxito, y consiguieron salir setenta y seis. En marzo de 2004, todavía vivían siete de ellos, si bien es verdad que cincuenta oficiales evadidos fueron pronto apresados, por diversas circunstancias tácticas, y fusilados.
Cuando Jorge Semprún Maura –filósofo de formación—fue recluido en Buchenwald por su filiación izquierdista, salvó en principio la vida porque otro prisionero escribió en su ficha que era estucador. Es decir, porque podría efectuar trabajos manuales, útiles para los nazis. Más tarde, ocupó un puesto de traductor en las oficinas del campo, por su dominio de varios idiomas. Es así que una o varias habilidades, en su caso, le terminaron sirviendo para salvar la vida y poder contarlo después de la guerra.
Nuestro destino no está del todo escrito; lo vamos escribiendo nosotros, en un notable grado. Desde el momento en que venimos al mundo, nacemos con la obligación de luchar por nuestra supervivencia, por nuestra felicidad y bienestar. Porque somos hombres o mujeres, criaturas racionales, hemos de asir firmemente, y contra viento y marea, el timón de nuestras vidas. Tenemos que llevar la nave a buen puerto. No nos queda otra. Apúntate a la vida.

© Antonio Ángel Usábel, abril de 2016.